Unos pescadores de Yemen encuentran 1,5 millones de dólares en ámbar gris en un cachalote
Ganar un premio de lotería puede suponer un cambio drástico en la vida de la mayoría de las personas. Es exactamente lo que le pasó a un grupo de pescadores del sur de Yemen... aunque su "lotería" fue muy poco convencional. Los marineros encontraron ámbar gris dentro de un cadáver de ballena, por valor de 1,5 millones de dólares.
El valioso ámbar gris
Se trataba de un cachalote, un cetáceo cuyas secreciones intestinales se convierten en ámbar gris. Es la respuesta del cuerpo de la ballena a su dieta, ya que comen muchos calamares, cuyos 'picos' pueden dañar las paredes intestinales. Por ello, segregan un líquido que ayuda a pasar los alimentos por el sistema digestivo.
El ámbar gris es un material ceroso e inflamable, de color gris mate o negruzco. "En cuanto nos acercamos notamos un olor fuerte y pensamos: 'Puede que esta ballena contenga algo'", relata otro de los marineros. Y es que, el ámbar gris tiene un olor peculiar dulce y terroso, parecido al isopropanol. Antiguamente se utilizaba en medicinas, para fabricar incienso o incluso como afrodisíaco. Hoy en día, aunque, en gran medida ha sido sustituido por compuestos sintéticos, hay lugares en los que se sigue utilizando como fijador en perfumería.
Un cambio de vida
Un hallazgo que, en un país como Yemen, donde la guerra civil ha sumido a gran parte de la población en la pobreza, ha supuesto un antes y un después en la vida de estos marineros. "Todos somos pobres. No pensábamos que la ballena nos daría semejante cantidad de dinero", ha reconocido otro de los pescadores. Según datos de la ONU, el 80% de la población yemení está en riesgo de sufrir hambre.
Los marineros dividieron el dinero a partes iguales y también ayudaron a otras personas necesitadas del pueblo. "Hemos comprado casas. Nos casaremos pronto", comenta, feliz, uno de los integrantes más jóvenes del grupo a BBC. Algunos también se han podido comprar coches o incluso nuevos barcos para faenar. De hecho, todos siguen trabajando como pescadores. "Tengo que seguir yendo al mar. Lo llevo en la sangre", zanja uno de ellos.